El coaching deportivo debe mucho a Timothy Gallwey, autor de El juego interior del tenis, en donde explica que más allá del juego exterior, siempre hay un juego interior en tu mente. “Cuán consciente seas de este juego marcará la diferencia entre el éxito y el fracaso en el juego exterior”.
La importancia de la mente
Un deportista y/o un equipo no sólo debe dominar la técnica, la táctica y la estrategia además de tener el entrenamiento adecuado para que su cuerpo pueda estar a la altura de los requerimientos físicos, y así adaptarse y superar las exigencias. Sin embargo estas mismas exigencias bloquearán o dinamizarán su performance –y por supuesto esto tendrá incidencia en los resultados– de acuerdo a lo que suceda en su mente y con sus emociones.
Por ello, Gallwey sostiene que la mente y los pensamientos son los que determinan el resultado final. Dentro de este contexto, los deportistas y los equipos tienen dos caminos: ganar o perder. Dependiendo de ese resultado, podrán sentirse frustrados y con una baja autoestima, o si su percepción lo permite redoblarán la apuesta haciendo renacer su motivación y confianza con el fin de volver a apostar por subir al podio, ganar un partido o llevarse el primer lugar.
Cómo entrenar la mente y las emociones
Ahora bien, para poder gestionar adecuadamente lo que sucede en la mente de un deportista y utilizar la inteligencia emocional para convertirla en un verdadero aliado, será preciso introducir al atleta a un proceso que implica dos aspectos fundamentales:
Educación.
Además de enriquecer el conocimiento y la cultura, la educación nos ofrece herramientas que nos permiten movernos y sortear los obstáculos que van apareciendo en nuestra vida. Entre más alto sea nuestro nivel educativo, más probabilidad tendremos de dominar las situaciones que se nos presenten y menos probable es que lo externo nos influya o domine. Es por esto que la educación influye tanto en la autoestima. Cuanto más sabemos más estamos en control de nuestra vida y eso nos ofrece la posibilidad de escoger lo más adecuado para nosotros, ya sea elecciones externas o pensamientos, emociones y actitudes.
Autoconocimiento.
Nos permite distinguir las interferencias que aparecen en nuestra forma de ser, es decir, los mecanismos automáticos que utilizamos a pesar de que no nos otorgan el resultado o efecto deseado. La finalidad del autoconocimiento es revertir estos mecanismos y diseñar otros patrones de conducta, otros pensamientos y emociones que se ajusten con mayor eficacia a conseguir las metas que se desean.
El autoconocimiento, permitirá que el atleta desarrolle su propia inteligencia emocional, gestionar sus creencias y entrenar su actitud, a través del acompañamiento que le brindará un coach deportivo. Mientras que con la educación, hallará el sustento y creará el contexto indicado para poder sostener y dinamizar ese nuevo ser que estará emergiendo.
El papel del coach deportivo
Por supuesto, esto no se logra de la noche a la mañana. Todo tiene un proceso, y aunque con un pequeño cambio del vínculo actual que tiene con sus emociones o sus creencias pueda generar nuevas redes neuronales que aliviarán su estado de frustración o pesimismo, para que perdure y realmente emerja su potencial, necesitará de la facilitación de un coach deportivo y de un proceso amoroso que lo empodere.
Los tiempos cambian permanentemente, las ideas pueden cambiar cuando revisamos o estudiamos su inutilidad y poca funcionalidad. Las emociones vienen y van, pero algunas de ellas se quedan si la mente las atrapa. El coaching deportivo viene a cambiar la IDEA que se tiene de lo que hay que gestionar en el deporte para lograr resultados extraordinarios, para facilitar el disfrute y para propulsar el paradigma de la complementariedad, donde tanto el atleta como el profesional del deporte, no sólo se enfoque en el entrenamiento físico, técnico, táctico, estratégico, sino también y en la misma medida, en lo mental, emocional y de competencias comunicacionales.
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