Una de las competencias que debemos desarrollar como coaches es la confianza. Ésta comienza con el juicio que hacemos sobre nuestra propia capacidad para acompañar al cliente en un proceso de profunda reflexión que le permita mirar posibilidades donde antes no existían.
Control es lo opuesto a la confianza
Pero la confianza también se encuentra en el poder que le damos al cliente para ser el responsable de su sesión, creyendo que tiene la respuesta y que en él está la posibilidad de construir un mundo más grande.
Contrario a la confianza se encuentra el control que nos conduce a querer hacer las cosas por nosotros mismos sin necesidad de delegar en alguien más la responsabilidad.
Uno de los principales desafíos que tenemos como coaches es aprender a reconocer y respetar el trabajo que nuestro cliente hace durante la sesión, soltando el control y brindando un apoyo incondicional para que el cliente se exprese libremente.
Sé consciente de tu nivel de control
Por ello me gustaría preguntarte: ¿hasta qué punto eres consciente de tus niveles de control y hasta qué punto puedes escuchar el control que tiene tu cliente?
Empecemos esta reflexión por uno mismo ya que si no podemos distinguir nuestro propio control sobre la sesión y el proceso, no podremos distinguir el control en los otros.
4 puntos para analizar tu nivel de control en la sesión
Analicemos elementos simples que se presentan durante la sesión de coaching para empezar a analizarlo:
1. ¿Haces alguna pregunta para que tú puedas entender lo que le pasa al cliente?
Esto es un claro ejemplo de control. Cuando hacemos preguntas durante una sesión de coaching lo importante no es que tú entiendas sino que el cliente tenga claridad.
2. ¿Haces preguntas para conocer la historia desde la cual viene el cliente?
¿Qué interés podemos tener? ¿Por qué nos parece que necesitamos tener una lógica? Debemos entender nuestro nivel de invisibilidad en la sesión de coaching donde la única lógica que sirve es la del cliente.
3. ¿En algún momento haces una pregunta esperando una determinada respuesta?
A veces nos encontramos haciendo preguntas que nosotros hubiéramos respondido de otra manera y, lo que nos llega a la mente durante la conversación es nuestra propia respuesta, olvidando que es el cliente quien debe encontrarla.
4. ¿Alguna vez formulaste una pregunta disfrazando tu recomendación para el cliente?
En ocasiones he escuchado sesiones donde el coach utiliza frases como “no has pensado…” o, “por qué hiciste esto cuando podrías…”. Terminamos volviendo la sesión en una plática de consultoría donde explicamos al cliente lo que debe hacer y limitamos la posibilidad de que el mismo cambie su manera de observar la situación.
Confiar en la capacidad del otro
Estos son algunos ejemplos de control en los que no logramos entregarnos totalmente al fluir de la relación de coaching. Y esto nos pasa a todos. Hay momentos en el que parece que tenemos la respuesta correcta y queremos “ayudar” al cliente a que solucione el problema del que hemos estado hablando en las últimas sesiones. Sin embargo, nos olvidamos que “nuestra manera” no es la única, sólo es nuestro punto de vista ante la situación, y lo que necesitamos es que el cliente encuentre “su manera”.
Necesitamos desarrollar una habilidad para maravillarnos frente al otro, asombrarnos por quién es y aceptar sus respuestas, sin querer compararlas con lo que esperábamos. Solo así lograremos crecer como coaches poniéndonos libremente al servicio del otro.
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