Una de las responsabilidades de los líderes es generar los estados de ánimo adecuados para que sus equipos puedan desplegar todo su talento. Pero antes que nada definamos, ¿qué son y que no son los estados de ánimo?
¿Qué son los estados de ánimo?
Los estados de ánimo son más complejos y sutiles que las emociones. No vienen y van, duran mucho más tiempo. No se relacionan con algo que ocurre, ocurrió u ocurrirá. Los estados de ánimo son biológicos, contagiosos, adictivos, no es tan fácil salirse de ellos. Sin excepción, todos vivimos en algún estado de ánimo y, en general, también los hemos heredado.
Los estados de ánimo rigen nuestra visión y fundamentalmente nuestra relación con el futuro. Cuando vemos posibilidad en el mundo, cuando tenemos confianza, cuando creemos en nuestro poder de hacer lo que soñamos, estamos parados desde la ambición: Desde este estado de ánimo, todo o casi todo, puede ser posible. Cuando estamos aquí, los demás no son una amenaza, sino colaboradores para alcanzar la visión declarada.
En cambio, cuando experimentamos miedo, desconfianza, dolor, insatisfacción, aparece la necesidad de defenderse y caemos en estados de ánimo como el resentimiento o la resignación y desde aquí, no podemos imaginar nada para adelante. Nos sentimos víctimas de las circunstancias y le entregamos nuestro poder personal a otros. Nuestras conductas son cortoplacistas y de sobrevivencia.
El líder: creador de estados de ánimo
Si los estados de ánimo son contagiosos, ¿quién en la organización se hace cargo de cuidarlos? Si son adictivos, ¿qué podemos hacer para que la gente se conecte con su poder, responsabilidad y posibilidad?
Si tú eres líder y tienes a tu cargo un equipo de personas tienes que saber que está en tus manos generar estados de ánimo que promuevan ambición, posibilidad y cooperación en las personas.
5 acciones que promueven estados de ánimo positivos
1. Confía en tus colaboradores, no los persigas y, mucho menos los amenaces. Saberse en riesgo de perder un ascenso o hasta el propio trabajo genera un estado de ánimo de miedo, algo que termina resultando mucho más negativo para la organización.
2. Asume que las personas pueden equivocarse, sobre todo cuando proponen cosas nuevas. Si en tu organización, las equivocaciones tienen graves consecuencias, ten por seguro que nadie se arriesgará a salir de la caja.
3. Promueve la reflexión ante los errores; no culpabilices ni ataques. De este modo, permitirás que las personas encuentren una nueva manera de hacer y lograr sus objetivos.
4. Ante una propuesta nueva, no contestes automáticamente: “No se puede”, más bien pregúntate, “¿Y si se pudiera, cómo sería?” Como jefe, tu función es abrir nuevos caminos, crear un contexto que permita que cada uno de tus colaboradores saque lo mejor de sí.
5. Conviértete en un director de orquesta de los estados de ánimo de tu gente. Tu verdadero reto es que cada miembro del equipo toque su propia partitura, que las partes tengan la capacidad de escucharse entre ellas, que haya pie para que el lucimiento sea rotativo. Además, debes hacer todo esto sin tocar ningún instrumento y sin hacer la tarea de ninguno de ellos.
El líder como director de orquesta
Esta sensibilidad es altamente valorada en las organizaciones y, aunque se dice fácil se debe desarrollar.
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